viernes, 4 de diciembre de 2009

Ozlacenta


No podía parar de correr,
era el impulso psicodélico
fluorescente de los rayos
ultravioletas que arrojaban
los cielos.
Y si de estrellas se empapaba
la cara y con estridentes
risas asimilaba su desgracia.

En consonansia con su ridiculez
su cabello era un suerte
de brillante prodigiosidad.
Cuando se detuvo un momento
y dejó de correr se dió cuenta
que el mundo la había traspasado
una especie de ezquizofrenia
delirante, no poder separarse del mundo,
el mundo giraba,en una
especie de destino fulgurante
ella corría para hacerle más liviano
su recorrido.
Transpiraba transpirantes
hombres que caían como gotas
sobre la tierra reseca.
Con su mirada de autista
fracasada arremetió contra
el gentío, devoró,
deglutió, tragó sorbió,
bebió.
Y qué? Seguía con su estupidez
a cuestas,
Estupidamente Radiante!
Ozlacenta

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