martes, 31 de agosto de 2010

El desnudo


Tu cuerpo, galería de encuentros,
tu piel, ensayo triste.

El amor tantas veces llorado,
noches como navajas
rebanan tus ojos abiertos,
Déjame que beba la sangre
de tus entrañas,
hasta volverme pájaro
hasta volverme mariposa
o flor en arrullo.
Déjame beberte,
beber esos mares
intensos, densos como
los besos violentos
de una boca que sabe
a vejación, que saben a dientes
que fueron boca para morder el polvo.

Déjame bañarte con mi voracidad
no te salves, ¡No! que no nos alcance
el hastío.

Por eso,
cuando te arrastres y te veas
como un escarabajo
y pienses que nunca tendrás alas
lo suficientemente grandes
para volar a otos cielos
más azules e intensos,
sí, ese suave escarabajo negro
que no pretende nunca ser mariposa,
pero que recuerda siempre que su sangre gime.