
No puedo morir a causa de esa flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre...
Quisiera escribir el dolor para desterrarlo,
acorralarlo con la punta de mis dedos,
estrangularlo con el verbo, los ojos extraviados,
de solo pensar en la audacia de tu cuello
un hilo de baba chorrea en mi boca.
Quisiera decir que ya no me dueles,
que me he levantado, que no me acuerdo
la derrota me cala los huesos,
nadie comprende el grito que tengo
atragantado en mis tripas revueltas,
lágrimas que ya no puedo derramar,
la existencia es un ojo reventado, dice
Aragon, que se me entienda bien
un ojo que se revienta a cada instante,
dolores que gritan en todo mi cuerpo,
si pudiera dibujar como frida,
atravesada por el dolor infinito,
masticando arena, nadie puede salvarme ya,
soy una condenada a la silla eléctrica,
pero antes debo seguir moriviviendo,
moriviendo palabras punzantes
que desgarran mi existencia.
Violencia cínica del lenguaje,
atrapada en su red.
Mujer mordaz desgarrada